Incidente estudiantil de Kwangju

El 30 de octubre de 1929 (Juche 18), un alumno de secundaria japonés se burló de una estudiante coreana lanzándole insultos en un tren vía Kwangju-Raju. Cuando el tren llegó a la Estación de Kwangju, los estudiantes coreanos dieron una represalia merecida a los insolentes secundarios japoneses y se produjo un choque masivo entre ellos.

En esos momentos los policías japoneses ampararon a sus estudiantes en vez de castigarlos, mientras perpetraron brutalidades contra los coreanos y los arrestaron. El primero de noviembre, unos 300 maestros y alumnos de una escuela secundaria japonesa, bajo el mando de un instructor militar, atacaron por sorpresa a los estudiantes coreanos en dicha estación ferroviaria.

Unos 200 estudiantes coreanos se enfrentaron con los asaltantes y los rechazaron. El 3 de noviembre, todos los estudiantes coreanos de la ciudad de Kwangju entraron en una huelga y emprendieron una manifestación contra sus homólogos japoneses y policías que los amparaban.

Ellos derribaron a los estudiantes japoneses en distintos lugares, cercaron el “Diario de Kwangju”, órgano informativo venal de Japón, que tergiversó el suceso, y destruyeron sus impresoras. Las llamas de la lucha encendidas en Kwangju se extendieron rápidamente a Seúl, Pyongyang, Sinuiju, Hamhung, Kaesong, Taegu, Pusan y otros lugares del país.

La sangrienta lucha de jóvenes y estudiantes contra los policías japoneses prosiguió durante casi 6 meses pese a la cruel represión y arresto masivo del imperialismo japonés. Según los datos resumidos por el imperialismo japonés, desde noviembre de 1929 hasta abril del año siguiente participaron en ella más de 60 000 estudiantes de 194 escuelas y pobladores patrióticos de diversas clases y capas sociales.

El Incidente Estudiantil de Kwangju fue la explosión del rencor e indignación de los jóvenes y estudiantes coreanos acumulados contra los agresores japoneses. Dio un golpe demoledor a la dominación militar japonés y contribuyó en gran medida a exhortar a amplias masas de jóvenes y estudiantes coreanos en la lucha antijaponesa.

El imperialismo japonés, en vez de sacar lecciones en aquel suceso, intensificó aún más su dominación colonial y represión fascista, causando incontables desgracias y sufrimientos a la nación coreana.

Los coreanos jamás olvidan hasta la fecha las heridas de la historia que les dejaron los imperialistas japoneses y están firmemente decididos a hacerles pagar, cueste lo que cueste, por sus delitos cometidos en el pasado.

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