Pesadilla de Estados Unidos de América

Los estadounidenses no se duermen a pierna suelta

Los altos burócratas y especialistas en la República Popular Democrática de Corea (RPD de Corea) estadounidenses sienten extremada inquietud y temor causados por los artefactos nucleares aminorados, de alta precisión y diversificados del país asiático que arrasarían, nadie sabe cuándo, su territorio. Es que se alucinan como si en el caso de que estalle una nueva guerra entre su país y la RPD de Corea, como efecto de las ojivas nucleares hechas en este último país llegadas en abrir y cerrar de ojos, la Casa Blanca, las urbes con gasoductos, los bienes inmuebles por valor de muchos millones y los medios estratégicos sumergirían en el acto en el mar de fuego y el territorio se quedaría devastado, retornaría al estado primitivo.

Especialmente los militares estadounidenses radicados en Corea del Sur, la avanzada en el extranjero, y sus familiares sienten más el temor. “Inexpresablemente nos sentimos inquietos”, “Obama fracasó en exterminar las armas nucleares y el misil de Corea del Norte”, “Con solo embargo no es posible acabar jamás con el chantaje nuclear de Corea del Norte”, “Urge tomar nuevas medidas”, dicen ellos.

Se trata de tragicomedia que Estados Unidos mismo representó.

Hasta la fecha, durante varios decenios el imperio le aplicó extremado chantaje atómico a la RPD de Corea, lo cual hizo que este país, para defender la soberanía y el derecho a la existencia poseyera la capacidad disuasiva nuclear y fortaleciera en lo cuantitativo y cualitativo y constantemente los medios de golpe nuclear. Cuando Norteamérica aprieta el botón del ataque nuclear contra la RPD de Corea, da indicio de ello aunque sea en lo mínimo, en el acto hasta su territorio donde, según dicen, aún no cayó ni un proyectil de otro país, para no hablar de sus bases militares en Corea del Sur, Japón, Guam y otros lugares, será el objeto de implacable golpe nuclear de Corea socialista.

La RPD de Corea en enero del año pasado realizó con todo éxito la primera prueba de la bomba de hidrógeno, en marzo exhibió la ojiva nuclear reducida, en junio realizó el lanzamiento de ensayo del cohete balístico estratégico tierra-tierra de alcance intermedio “Hwasong-10 “, en agosto el del cohete balístico “Pukguksong” en el submarino estratégico y en septiembre logró éxito en la explosión de ensayo de la ojiva nuclear, lo cual demostró patentemente el hecho de que su declaración de que con las armas nucleares arrasaría a Estados Unidos no es en modo alguno para hablar.

Nos molesta decir que Corea del Norte logró éxito en reducir la ojiva nuclear y tiene capacidad de cargarla en el misil de largo alcance que llegue al territorio de Norteamérica”, comentaron los principales institutos de la política estadounidenses como el Instituto Brookings y la Fundación Heritage.

Se trata, de veras, de un suceso que consterna al imperio.

Es que su “exclusiva superioridad nuclear” con la que se burlaba de la soberanía y el derecho a la existencia de otros países, su petulancia y arbitrariedad, fue quebrantada por la RPD de Corea, nueva potencia nuclear, y sus ciudadanos, al contrario, se preocupan por su seguridad y destino.

Oficiales de alto rango del imperio mencionaron: las armas nucleares y los misiles balísticos de RPD de Corea atentan contra la seguridad del territorio estadounidense; ahora ha cambiado la situación. La RPD de Corea tiene misiles balísticos y armas nucleares que se acoplen a aquellos y la guerra que estalle, será muy encarnizada y urge evadirla necesariamente; si en la Península Coreana se desencadena la guerra, es probable que la RPD de Corea tome la iniciativa y será inevitable la muerte de muchas personas; hay que tratar con prudencia la ofensiva con armas nucleares y misiles de la RPD de Corea. El territorio estadounidense está en peligro, y la amenaza más grande a la que nos enfrentamos, es la RPD de Corea.

¿Qué sueña el nuevo dueño de la Casa Blanca?

Para Donald John Trump, milagrosamente electo como presidente, el problema nuclear de la Península Coreana es el más pesado rompecabezas.

Lo que su predecesor le legó es la existencia real de una nueva e imperiosa potencia nuclear, la sexta, y la defensa nuclear por parte de la RPD de Corea, que para Estados Unidos constituye la pésima crisis en la que se encuentra en el tiempo posterior a su fundación. De no solucionar esto, el imperio no puede librarse del temor causado por armas nucleares.

Los analistas internos y externos comentan que Trump, sin antecedentes políticos y de origen de plutócrata inmobiliario, pudo salir victorioso en las reñidas elecciones presidenciales porque precisamente reclamó la “primacía a Estados Unidos”, o sea porque dijo que apreciaba la seguridad y el usufructo del país y los ciudadanos.

¿Acaso él cumpliría sus palabras?, esto es lo problemático.

La comunidad internacional duda de si Trump no les causaría el desastre nuclear a los connacionales y no traería el fin de Estados Unidos, no sería estafador político sin igual como Obama que con la predicación de un “mundo sin armas nucleares” recibió incluso el Premio Nobel, pero, al contrario, inquietó más al mundo e hizo que los norteamericanos se dejaran cautivados del extremado temor nuclear y durmieran mal.

Trump se halla entre dos aguas. No la “dureza” propia de Bush ni la “suavidad” de Obama es una medida, lo cual ya fue comprobado. El chantaje nuclear de Bush empujó a la RPD de Corea hacia la posesión de la bomba termonuclear y la “paciencia estratégica” de Obama hizo que ella poseyera incluso la bomba de hidrógeno, fuera la sexta potencia nuclear.

Pero, a Trump le queda el camino.

Estados Unidos, en Corea del Sur, gasta unilateralmente el dinero dijo él durante la campaña electoral Solo sufre el daño, dando ayuda al otro. Yo, si fuera electo como presidente, cobraré a Corea del Sur todos los gastos para el estacionamiento de las tropas norteamericanas. Si Corea del Sur no acepta mi exigencia, las retiraré y no haré caso de la posible guerra que estalle en la Península Coreana.

Tal como dijo, le basta con retirar las tropas norteamericanas de Corea del Sur y quitarse la mano del problema coreano. No hay necesidad de imponerles la muerte a los jóvenes norteamericanos para amparar a las traidoras como Park Geun Hye ni más la de dejar que Nueva York y Washington se reduzcan a cenizas para defender Seúl que está muy lejos de Estados Unidos.

«Corea del Norte no intimida a Europa, México, Brasil y Nigeria ni con arrasar a Canadá, sino que trata de atacar con armas nucleares precisamente a Estados Unidos. Ya tiene bastante capacidad para ello. Quisiera preguntar: ¿Si en Corea del Sur no hay tropas norteamericanas y Estados Unidos no amenaza a la RPD de Corea, ¿Por qué este país se lo echará en cara? Ya hace varios decenios que desapareció el pretexto de que las tropas norteamericanas estacionaran en Corea del Sur. Si no se quiere exterminar quemado se debe retirarlas de allí.» Escribió un investigador superior del Instituto Cato norteamericano que fue asistente especial de Reagan, expresidente estadounidense, en su artículo para la página Nacional Interest.

Huelga decir que se trata de una vía para defender la seguridad y el interés del imperio.

La nueva administración estadounidense debe retirar pronto sus tropas de Corea del Sur y renunciar a su política de hostilidad a la RPD de Corea. Esto es lo único para lograr que los norteamericanos se liberen del terror nuclear.

Ya va siendo hora de que el imperio se debe despertar de la pesadilla.

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